miércoles, 22 de septiembre de 2010

LAS CUATRO ESTACIONES


Había un hombre que tenía cuatro hijos. El buscaba que ellos aprendieran a no juzgar
las cosas tan rápidamente; entonces los envió a cada uno por turnos a visitar un peral
que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el Invierno, el segundo en Primavera,
el tercero en Verano y el hijo más joven en el Otoño.

Cuando todos ellos habían ido y regresado; él los llamó y juntos les pidió
que describieran lo que habían visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.

El tercer hijo no estuvo de acuerdo, el dijo que estaba cargado de flores,
que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia
que jamás había visto. El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos,
el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.

Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón,
porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.
El les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona,
por solo ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer,
regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final,
cuando todas las estaciones han pasado.

Si tú te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera,
la belleza del verano, y la satisfacción del otoño.
No dejes que el dolor de una estación destruya la dicha del resto.
No juzgues la vida por solo una estación difícil.
Aguanta con valor las dificultades y malas rachas porque luego disfrutarás de los buenos tiempos.

Sólo el que persevera encuentra un mañana mejor.


“Señor, tú conservas en paz a los de carácter firme, porque confían en ti.” Isaías 26:3 DHH



“En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre” Ecl. 3:1



“…he aprendido a contentarme con lo que tengo. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.” Filip. 4:11 al 13 DHH