domingo, 11 de octubre de 2009

EL TIEMPO QUE TARDES EN SECAR TUS LAGRIMAS...


En algún momento de nuestra vida nos ha tocado pasar por el doloroso momento de la perdida. Desde la desaparición de un ser querido, que puede ser lo más importante desde lo afectivo, u otro tipo de situaciones también dolorosas, como pueden ser el final de una relación sentimental o la perdida de la confianza en alguien que queremos, o de una posición económica, un empleo o quizás un lugar dentro de la de nuestra iglesia, etc.


Este tipo de perdidas pueden generar en las personas una prolongación de su dolor de tal manera, que la angustia gana su corazón impidiéndole tener paz y disfrutar de la vida. Se cumple lo que dice la palabra de Dios: “… ¿quién soportará al ánimo angustiado?”, su vida presente se encuentra condicionada por el dolor de lo que ya no es y quedan imposibilitados de cumplir su propósito en Dios.

Por este motivo necesitamos ser sanados del dolor causado por la perdida, necesitamos poder tomar contacto con el vacio que nos ha dejado esa situación, pero desde la sanidad, valorando la ausencia, no negando la existencia de la misma, sino asumiendo el dolor correspondiente y siendo capaces hasta de recordar, pero sin angustia.

En una oportunidad Jesús tuvo que enfrentar una gran pérdida. La muerte de su primo Juan el Bautista fue un gran dolor para él, el había sido el profeta que lo había antecedido y se había encargado de preparar el camino para su llegada y quien también lo bautizo. Fue tan grande el dolor que sintió Jesús que decidió subirse a una barca y apartarse de todos, pero dice la Biblia que cuando él se encontraba en pleno proceso de la angustia por la pérdida de Juan, sucedió esto: “Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos”.

Jesús supo asignarle el espacio justo a la angustia generada por tamaña perdida. El sabía que su propósito se demoraría si él seguía en esa barca angustiado.

Que perdida has experimentado en tu vida?, hoy es necesario que salgas de la barca de tu angustia porque hay una gran multitud que necesitan lo que tú tienes de Dios para ellos.

El tiempo que tardes en secar tus lágrimas, es el tiempo que Dios comenzara a restaurar tu vida.

“Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación” Mateo 5:4

“Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias” Salmo 34:6



HASTA LA PROXIMA VICTORIA!!!